La Economía Colombiana
Con el año que acaba de terminar se completa
uno de los periodos de expansión económica más prolongados de las
últimas décadas. En Colombia esto ha sido particularmente cierto, pues
después del desempeño mediocre de los ochenta y la montaña rusa de los
noventa el país completa ya 6 años de expansión continua.
Sin embargo, el ciclo económico es inevitable
y las economía ya se encuentra sobre una senda descendente ¿Qué tan
fuerte será la caída? ¿Será prolongada? Son preguntas pertinentes, cuya
respuesta hay que buscarla en la magnitud y características de los
desbalances acumulados durante la expansión y la naturaleza de los
choques externos que enfrentamos y enfrentaremos a lo largo del año.
El déficit en cuenta corriente se ha
ampliado, el endeudamiento de los hogares y las firmas se ha
incrementado, la tasa de cambio real se ha apreciado y la inflación se
ha mostrado renuente a continuar su trayectoria descendente. Todos
ellos síntomas claros de un crecimiento económico vigoroso, por encima
del potencial, soportado por la demanda interna y la disponibilidad de
recursos externos.
Así, a diferencia de muchos países
Latinoamericanos y Asiáticos, Colombia no ha crecido generando
superávits en cuenta corriente. En otras palabras, mientras en Colombia
el exceso de inversión sobre el ahorro doméstico se ha suplido con
ahorro externo en estos países este no ha sido el caso. El crecimiento
en las economías con superávit parece entonces responder a una
dinámica de exports lead growth.
Desde este punto de vista la economía
colombiana luce más vulnerable que sus pares a un menor flujo o salidas
de capitales, situación bastante probable dado el contexto externo.
Sin embargo, la dinámica exportadora de los países con superávit
obedece en mayor medida a precios de las materias primas históricamente
altos y menos a una sofisticación de los productos de exportación.
Como lo menciona Ocampo (2007), el
excepcional crecimiento en América Latina ha estado determinado por la
convergencia de dos elementos, altos precios de las materias primas y
condiciones de financiamiento externas favorables. Al respecto
Österholm y Zettelmeyer (2007) calculan que entre el 50% y 60% del
crecimiento económico en América Latina entre 1994 y 2006 estuvo
explicado por factores externos.
Estos autores muestran además como Colombia
es más sensible, en términos de crecimiento del PIB, a incrementos en
la aversión global al riesgo mientras que Perú, Chile y México lo son a
caídas en los precios de las materias primas.
Entonces, ¿cómo puede desenvolverse la economía colombiana ante este viraje de las condiciones externas?
La literatura sobre las crisis de balanza de
pagos y las crisis financieras es amplia. Los hechos estilizados de
las crisis de los noventa (Tornell y Westermann, 2005), muestran que
estos eventos estuvieron antecedidos por crecimiento acelerado del
crédito, deterioro de la cuenta corriente, apreciación de la tasa de
cambio real y abundancia de capitales. Elementos presentes en la
coyuntura colombiana.
Lo anterior llevaría a pensar entonces que
con el choque externo negativo que supone la crisis de los mercados
financieros originada en EE.UU sería inevitable que la economía
colombiana entrará en recesión.
Sin embargo, hay hechos notables sobre los
cuales se ha hecho poco énfasis y que sugieren que si bien la economía
colombiana crecerá menos debido a la situación externa, de ninguna
manera enfrentara una recesión. Un aterrizaje suave, en palabras de
Greenspan, parece bastante probable.
El primer hecho importante es que aun cuando
la cuenta corriente se ha deteriorado, la magnitud y velocidad a la que
lo ha hecho es a todas luces inferior a la sufrida durante los
noventa. Es decir, la economía ha crecido más rápido, la inversión casi
se ha duplicado como porcentaje del PIB y el déficit en cuenta
corriente hasta ahora ha llegado a 3.4% del PIB, lejos del 6% y 7%
alcanzado en la primera mitad de los noventa cuando crecíamos menos.
El segundo punto importante es que si bien la
tasa de cambio real se ha apreciado, impulsada principalmente por la
apreciación nominal, no hay evidencia contundente que señale que esta
se encuentra sobrevalorada. Los estudios recientes del Banco de la
República (Echavarría, López, Misas, 2007) así lo muestran.
La relación de transables y no transables
tampoco apunta en la dirección de una gran apreciación. Por último,
después de la recesión de 1999 la productividad ha crecido a registros
históricamente altos y por lo tanto estaría operando el conocido efecto
Balassa-Samuelson.
Así, lo que se estaría observando son
desalineamientos temporales ocasionados por los diferenciales de tasas
de interés que gracias a la flexibilidad cambiaria se corrigen en menor
tiempo que en los regímenes fijos y semi fijos del pasado, donde era
necesario devaluar, ocasionando así un sesgo inflacionario en la
política además de ir en detrimento de la credibilidad del régimen.
En relación al endeudamiento habría que decir
que el acelerado crecimiento del crédito ha empezado a dejar de ser
una preocupación, pues este se ha venido desacelerando continuamente.
La actuación preventiva del Banco de la República, así como los
mejores esquemas de evaluación del riesgo al interior de las entidades
crediticias han resultado satisfactorios en este frente.
Por su parte el endeudamiento externo, que
por un largo periodo había estado por fuera de las preferencias empezó a
tornarse atractivo justo antes del comienzo de la crisis financiera en
EE.UU.
Endeudamiento externo con bancos por plazos (USD millones)

Fuente: Bank of International Settlements
Los diferenciales de tasas de interés, la
apreciación de la moneda y la expectativa de que se continuara
apreciando, se conjugaron con una situación de apetito por riesgo muy
pronunciada, reflejado en disminuciones del embi a niveles nunca antes
vistos y más allá de lo que señalaban el rendimiento de los bonos de
alto retorno en EE.UU.
Es decir, los inversionistas exigían menores
primas por riesgo para un país en desarrollo como Colombia en relación
a la que exigirían por bonos de similar calidad crediticia en EE.UU.
El aumento de más de 100 pb desde mediados de 2007 indica que se
trataba de una situación de exuberancia que debía finalizar en algún
momento.
Así pues, todos los ingredientes estaban
dados para que las firmas prefirieran el endeudamiento externo al
interno, y sobre todo el endeudamiento a corto plazo, como lo indica la
gráfica 1.
La importancia del endeudamiento externo a
corto plazo radica en que si bien los otros elementos señalan
desequilibrios que deben ser corregidos, el ajuste ordenado o
desordenado dependerá de la probabilidad con que ocurra una parada
súbita en los flujos de capital.
Si experimentamos un fenómeno de este
estilo, la cuenta corriente deberá corregir en un periodo corto de
tiempo debido a contracción de la demanda interna y la tasa de cambio
se depreciaría aceleradamente, con lo cual vendría un aumento de las
tasas de interés que podría ser reforzado por la contracción monetaria
orientada a contener la inflación, el conocido fear of floating.
En este sentido, si las paradas súbitas de
flujos de capital son un problema de liquidez, activos ilíquidos contra
pasivos líquidos, como lo muestran los diferentes estudios (Tamayo y
Vargas, 2007; Rodrik y Velasco, 1999: Radelet y Sachs; 1998) el cambio
de tendencia del endeudamiento externo colombiano así como el deterioro
de las condiciones externas, que dan lugar a fenómenos de contagio,
señalaban riesgos que debían ser enfrentados a tiempo y adecuadamente.
Razones de liquidez (deuda de corto plazo/reservas, deuda total)

Fuente: Bank of International Settlements, FMI
Como resultado, la respuesta de política fue
una acumulación de reservas acelerada y la posterior imposición de
controles a las entradas de capital.
La primera medida podría decirse que se
enmarca dentro de la estrategia conocida como Guidotti-Greenspan, un
dólar de reservas por cada dólar de deuda de corto plazo adquirida. Sin
embargo, esta estrategia tiene costos y límites.
En primer lugar está el costo de oportunidad
que significa tener unos activos con un rendimiento por debajo del
promedio mientras que la economía debe endeudarse a tasas superiores
(Rodrik, 2006). En segundo lugar la intervención debe ser esterilizada
para evitar sus efectos inflacionarios pero con el problema que crea
activos que son potencialmente convertibles en moneda extranjera. Por
último está el conocido efecto de riesgo moral.
La segunda opción, controles, ha suscitado
gran rechazo entre los participantes del mercado. El punto importante
acá es que su efecto sobre la tasa de cambio ha sido nulo pero sobre
los incentivos a endeudarse a corto plazo han sido los correctos.
Nótese además que a pesar de que la crisis financiera en EE.UU está llevando a dicha economía a una recesión, no se han experimentado salidas de capitales ni liquidación de deudas como si lo fue en la turbulencia de 2006.
Nótese además que a pesar de que la crisis financiera en EE.UU está llevando a dicha economía a una recesión, no se han experimentado salidas de capitales ni liquidación de deudas como si lo fue en la turbulencia de 2006.
Resulta paradójico que ante sucesos de mayor
gravedad las salidas no hayan sido significativas, por lo menos hasta
noviembre de 2007. Los sucesivos recortes de tasas de la Reserva
Federal, efectivas y esperadas, son la explicación inmediata.
Flujos netos de capitales (USD millones, acumulados 12 meses)

Fuente: Banco de la República, Balanza cambiaria
El problema sería entonces en que los
inversionistas estarían ponderando muy alto la fortaleza económica de
Latinoamérica, sin tener claridad sobre el efecto real que la recesión
en EE.UU tendrá sobre estos países. Con lo cual, eventos que pongan de
manifiesto la estrecha dependencia económica y su impacto en la
actividad real actuarán como el detonante para que los capitales se
apresuren a salir de la región.
Si este fuera el panorama, las acciones
preventivas de las autoridad monetaria habrían sido acertadas por
cuanto evitan que se sigan ampliando los desequilibrios y permite
además que en el momento requerido se pueda dar el estimulo monetario
para evitar una recesión.
En conclusión, es claro que la economía
colombiana ya se encuentra sobre la fase descendente del ciclo
económico, donde los datos hasta ahora muestran que el ajuste será
suave y ordenado. La magnitud de los desbalances no es tan grande como
en los 90 y por lo tanto la corrección no sería tan abrumadora como
entonces.
Sin embargo, a pesar las respuestas
monetarias y el esperado estimulo fiscal a la economía de EE.UU, la
inevitable recesión de dicha economía pesa sobre la actividad real
nuestra. Es todavía muy pronto para afirmar que salimos ilesos de la
turbulencia.
Por último, las acciones de política
económica han sido adecuadas por cuanto evitan un mayor desajuste y le
otorgan mayor maniobrabilidad a las autoridades en el evento de una
salida masiva de capitales. El punto débil sigue siendo la situación
fiscal del país.
REFERENCIAS
-
Rodrik, D., 2006. "The Social Cost of Foreign Exchange Reserves," NBER Working Papers,No 11952, National Bureau of Economic Research, Inc.
-
Rodrik, D. and A. Velasco, 1999. “Short-Term Capital Flows”, 1999 ABCDE Conference, World Bank.
-
Sachs, J. and S. Redelet, 1998. “The East Asian Financial Crisis: Diagnosis, Remedies, Prospects”, Mimeo, Harvard Institute for International Development.
-
Tornell, A. and F. Westermann, 2005, Boom-Bust Cycles and Financial Liberalization, The MIT Press.
-
Echavarría, López, Misas, 2007, La tasa de cambio real de equlibrio en Colombia y su estimación a través de un SVEC, Borradores de Economía Banco de la República, No 472
-
Ocampo, J., 2007, La macroeconomía de la bonanza económica latinoamericana, Revista de la Cepal, No 93
-
Österholm P. and Jeromin Zettelmeyer, 2007. "The Effect of External Conditions on Growth in Latin America," IMF Working Papers,No.07/176, International Monetary Fund.
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